– En la facultad hice un curso de literatura árabe, impartido por la profesora Josefina Veglison; ella insistió mucho en el tema de los poetas preislámicos, que compusieron sus obras entre los siglos V-VII. Algunos eran cortesanos, pero muchos otros eran beduinos o incluso bandidos; gente del desierto, en definitiva. Sobre ellos circulan entre los árabes multitud de historias y leyendas, pero nos ha quedado su poesía, una poesía que data de una época en la que ni siquiera existía el castellano como lengua escrita. Me fascinó el tema y pensé que podría escribir un libro ambientado en esa época.
Así surgió la historia de un príncipe y un tejedor de alfombras que se enfrentaban en un concurso de poesía. Pero aún le faltaba algo, así que seguí estrujándome el coco y surgieron más ideas: el tejedor de alfombras tenía tres hijos, cada uno de un oficio diferente, y debía tejer una alfombra que relatase toda la historia de la humanidad.
Pero seguía siendo una historia incompleta… hasta que decidí que el protagonista podía ser el príncipe y no el tejedor, para lo cual el relato debía dar un giro inesperado a mitad…Y así, poco a poco, el libro fue tomando forma.
– Cuando acabé de escribir el libro, decidí enviarlo al premio Barco de Vapor. Ya había concursado varias veces; dos años antes, con una novela que resultó ganadora, Finis Mundi. El año anterior lo había intentado de nuevo pero no hubo suerte (la novela que envié, La casa del crepúsculo, nunca se publicó, pero podéis leerla en la sección Lecturas). Pensaba que La leyenda del Rey Errante igualaba en calidad a Finis Mundi, así que lo intenté de nuevo… ¡y gané otra vez!
– Varias personas colaboraron en el libro, y las menciono en los Agradecimientos. Sobre todo le debo el final del libro a mi amigo Guillermo, que me dio una idea estupenda. Cuando le conté de qué trataba el libro, me preguntó qué pasaba al final. Se lo dije, y encontró que le faltaba algo, así que me sugirió la idea del juicio de los djinns que aparece en el capítulo catorce. ¡Gracias de nuevo, Guille!
– En este libro hay una escena en la que se contempla el futuro. Había un pasaje similar en Finis Mundi, y durante una charla en el colegio María Inmaculada de Puerto Sagunto, un chico me preguntó cómo podían ver el futuro los personajes, si el futuro es algo que hacemos nosotros mismos. Tenía razón, así que la visión del futuro que aparece en La leyenda del Rey Errante es algo diferente…
– Los versos incluidos en el libro son fragmentos de poemas de famosos poetas preislámicos. Están sacados de la antología La poesía árabe clásica, de Josefina Veglison, un libro que recomiendo a todo el que esté interesado en este tema, porque cuenta muchas cosas interesantes sobre poetas árabes antiguos.
– No es una novela histórica, porque todo es inventado. Sí hay un par de personajes históricos, como el rey Huyr o Al-Nabiga Al-Dubyani, famoso poeta preislámico. Pero están tratados de forma novelesca, así que no os creáis la mitad de las cosas que digo de ellos. Lo que es verdad y lo que no está explicado al final del libro.
– Cuando me dijeron que había ganado el premio fui a hablar con Josefina Veglison, mi profesora de literatura árabe, y le dije que sus clases habían inspirado la novela. Le pedí permiso para incluir versos de su antología, y ella tuvo la bondad de leer el libro y corregirme los errores que había. Nuevamente le doy las gracias.
– Sobre el nombre de Zahra: hay un pasaje en el cual Zahra le dice su nombre a Walid, y este responde: “Hermoso nombre para una hermosa flor del desierto”. No es casual. El nombre de Zahra, en árabe, significa “flor”. Ella le responde diciéndole su nombre completo: “Zahra bint Al-Harit”, y Walid sonríe. Tampoco es casual. Ella es Zahra, “hija de Al-Harit”, que es el líder del clan. Revelándole su apellido, Zahra le advierte a Walid que no le conviene tirarle los tejos a la hija del jeque . La partícula “bint” significa “hija”, mientras que “ibn” significa “hijo”. El verdadero nombre de Sayf es Amir ibn Hammad: Amir, hijo de Hammad. No penséis que sé árabe, de ninguna manera . Pero algunas palabras sí las sabía gracias a las clases de la profesora Veglison.
– El personaje del hombrecillo del turbante rojo, que es más de lo que parece, me lo sugirió Andrés, mi pareja.
-En 2008 la editorial publicó este libro en tapa dura con una nueva cubierta de José Luis Navarro.